lunes, 5 de diciembre de 2011

Isabel Burdiel: "Las democracias más avanzadas se encuentran en sistemas monárquicos"

Haber sido la primera persona en leer el archivo personal de la reina María Cristina, además de darle una gran satisfacción como historiadora, le ha permitido a Isabel Burdiel (Valencia, 1958) contar la verdadera historia de Isabel II, una reina fabricada por un entorno en el que se mezclaban los valores absolutistas con el reciente liberalismo político. Isabel Burdiel, Premio Nacional de Historia 2011, es profesora, investigadora, madre de un niño de años, Carlos, los mismos que ha tardado en escribir la biografía de Isabel II. Más de un millón de documentos investigados y resumidos en 900 páginas centradas en desvelar cómo se fabrican los reyes y qué procesos construyen identidades. Quiere pasar página y centrarse en otros personajes. Le ronda Cánovas del Castillo y Pardo Bazán. Cuando puede, juega al tenis y practica natación.
-Premio Nacional de Historia 2011 con una historia del XIX...
-Pues sí, pero ahora, después de tantos años investigando, necesito pasar página, dejar a la reina atrás y dedicarme a otra cosa.

-¡Claro! Diez años pensando en Isabel II es mucho.
-Es demasiado tiempo. Ha sido una investigación entrecortada. Empecé con mucha documentación, después entré en un tiempo vacío en el que no encontraba nada hasta que finalmente hallé un filón de datos, un millón de documentos, y pude seguir.

-¿Es habitual en el siglo de las tecnologías encontrar documentos inéditos?
-Sí. El material con el que trabajé procede del archivo privado de María Cristina, la madre de Isabel II, de archivos diplomáticos, del archivo Narváez, muy aludido, pero poco trabajado... todos esos archivos no están en Valencia. Así que tuve que viajar más y se alargó el periodo de producción.

-Isabel II, Frankenstein, la escritora feminista Mary Wollstonecraft... ¿Qué tienen en común todos estos personajes para escribir sobre ellos?
-Alguno fue elaborado en una etapa anterior. En el caso de Frankenstein mi interés está motivado por el liberalismo del XIX en todas sus vertientes, cultural, política, económica... Fue una experiencia de investigación apasionante basada en averiguar cómo se genera un monstruo.

-¿Y qué conclusiones extrajo?
-Varias. No sólo alguien puede ser esencialmente monstruoso, sino que a veces al verlos cuantificamos su monstruosidad. Y en otras, los convertimos en monstruos porque asi lo creemos. Esto le pasó a Isabel II. Fue un personaje fabricado que acabó siendo un monstruo político. Lo que más me interesa es el proceso de construcción de las identidades.

-¿Actualmente cree que hay muchos monstruos vivientes?
-Todos somos producto de las circunstancias en las que vivimos y de la mirada de los demás. Resistir la mirada de los otros es muy difícil. Por otro lado en sistemas democráticos por muy mal que lo haga alguien siempre hay solución. Los sistemas democráticos son menos monstruosos que los sistemas dictatoriales. Por ejemplo Pol Pot, líder camboyano, Hitler, Stalin... eran monstruos difíciles de erradicar. En democracia un político que no nos gusta caerá en las siguientes elecciones.

-¿Qué contrastes destacaría del liberalismo del XIX con el actual?
-La ideología del XIX defendía la participación de los ciudadanos en política ligándola al talento y la propiedad. Fueron los orígenes de la democracia. Fue un sistema político incipiente que empezaba a contar con los ciudadanos. Hoy la palabra se identifica con la economía, con que el mercado debe mandar sin regulación... El concepto en su fondo ya no es el mismo.
-Y los valores del XIX ¿son comparables a los del XXI?
-En el XIX hubo una crisis de valores en relación a la idea del absolutismo, el origen divino del poder, la hegemonía absoluta de la religión, el pensamiento único. Actualmente la crisis de valores es una crisis de ciudadanía. En el XIX se luchaba por conseguir que los ciudadanos masculinos propietarios pudiesen participar en política. En estos momentos nadie quiere participar en política.
-¿Por qué?
-Al haber tanta corrupción en la vida política la gente ha perdido fe. De todos modos la gente no se da cuenta de lo absolutamente fundamental que es participar en política, estar atentos a quién y cómo nos gobierna, qué valores son importantes para hacer crecer la civilización... Excepto en grupos concretos como el 15M, observo mucha atonía.

-Después de tantos años ¿qué se le ha pegado de Isabel II?
-La satisfacción de conocer los tejemanejes de un periodo convulso de la Historia.

-¿Y de ella?
-Poco. Era una mujer fuerte con un carácter vulnerable. Se la maltrató desde pequeña y por tanto ella repitió este rol en la madurez. Tenía mucho sentido del humor y fue una reina poco adecuada para un país que transitaba hacía la modernidad. Pero lo que más me interesaba era conocer cómo se fabrican los reyes. Ellos no hacen la historia. La historia la crea el entorno y en este caso, María Cristina, su padrastro y los políticos.

-Mujeres de poder sin poder.
-Sí. Me fascinó también analizar la relación entre la vida privada y la pública, porque creo que en realidad están mezcladas. Y cómo se utiliza la vida privada de la reina para deslegitimarla políticamente. Por ejemplo se utilizó el hecho de tener amantes cuando todos los reyes anteriores y posteriores a ella también los tuvieron.

-¿La monarquía es una institución tendente a desaparecer?
-Desde la Revolución Francesa se lleva hablando de esto. Sin embargo desde entonces todos los países, incluido Francia, consideraron que la mejor manera de conseguir un régimen estable era a través de la monarquía, hoy constitucional. Curiosamente, las grandes dictaduras más sangrientas se han producido bajo régimen republicano y las democracias más avanzadas, en estos momentos, son monarquías.

-¿En el siglo de la tecnología todavía quedan cosas por desvelar?
-Sí, porque hay muchos archivos en manos privadas. En este caso el archivo dormía en lo sótanos de la Banca Rothschild como parte de la herencia de la familia Muñoz. En los 70 la banca buscó a los herederos. Eran dos hermanas aristócratas que vivían en Chinchón y tras recibir en valija diplomática y troceado el archivo buscaron a alguien que se lo comprara porque necesitaban dinero. Lo compró García Prieto, un librero que al ver su valor lo revendió al Archivo Histórico Nacional. Me enteré por mi marido de ese periplo y conseguí ir viéndolo mientras se iba catalogando.

-¡Momento histórico!
-Pues sí. Fue fascinante, tocar el papel, olerlo y ser la primera persona en ver esos documentos después del archivero de María Cristina.

-¿Algún secreto le resultó más llamativo?
-Hay muchos. Ver los intentos de su madre de manipular su vida; la participación de Donoso Cortés en la construcción de la monarquía y en el matrimonio de Isabel II; los intentos de María Cristina de casar a su hija con su hermano; el primer amante extramatrimonial de Isabel II, que fue el progresista general Serrano. Este hecho incendió las alarmas de los moderados que a partir de entonces le empezaron a poner delante amantes moderados... Estudiar el caso de O'Donell, que fue de los pocos políticos que tuvo respeto por ella y la institución... La verdad es que se han desvelado muchas cosas.

-¿Qué podemos aprender del XIX?
-Las instituciones del Estado no pueden ser instrumento de un partido. Si un partido cree que cualquier institución, el ejército, el poder judicial... es suya se genera una crisis y un conflicto social que termina afectando a todos. Las instituciones del Estado tienen que ser de consenso y todos los partidos tienen que respetar al Estado. Esa es la enseñanza de la Historia.

-¿Nos interesa la Historia?
-Una de mis últimas alegrías ha sido escuchar que con libros como éste, la Historia es más interesante. Creo que los historiadores tenemos la obligación de escribir libros, que sin perder rigor científico, también puedan ser leídos por no historiadores.

-¿Profesora de universidad, investigadora, escritora, madre, esposa y ama de casa?
-Esa es una parte del perfil. Como profesora tengo muchas horas de clase y mucha burocracia. Estamos en un país donde la calidad de vida de los académicos es peor que la que tienen mis colegas en Inglaterra, en todos los sentidos. Investigar por tanto se hace robándole tiempo al sueño, a tu hijo, al descanso de fin de semana, al deporte. Una de las consecuencias del libro ha sido precisamente esa, que he ganado peso. Será para imitar a la reina...

-La Historia era su futuro?
-No. Me apasionaba la literatura y leía muchísimo. Publiqué poemas en mi juventud. Estudié Filología e Historia y cuando tuve que elegir, opté por la segunda porque la primera me apasionaba y sabía que nunca la abandonaría. De todos modos al elegir Historia fui en contra de la tradición familiar llena de juristas, jueces y notarios. Mi padre quería que fuera la primera mujer fiscal de las Cortes, pero odiaba el Derecho.

-En su profesión, siempre entre libros y archivos, ¿uno se estresa?
-No lo sabe bien. Excepto cuando estás en el archivo, que es un momento plácido y tranquilo, el resto no lo es. Ni se imagina la presión que supone escribir y hacerlo con plazos y con la editorial detrás de ti.

-¿Es un ama de casa convencional?
-No considero que el espacio de la mujer sea poner lavadoras, planchar o hacer la comida. Las mujeres tenemos espacios públicos y privados que cruzamos constantemente. Disfruto mucho cocinando con mi marido y teniendo una casa confortable. Tengo la suerte de que mi marido es una persona que comparte conmigo todas las tareas porque trabaja igual que yo
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