martes, 12 de abril de 2011

La política no es un negocio para arreglar la vida a tu familia

Joan Ribó lleva más de 30 años yendo al trabajo en bici. Sería normal si no fuera porque fue de los primeros políticos en acudir a su tarea en las Cortes Valencianas sobre dos ruedas que dejaba aparcada en la puerta vigilada por los bedeles. Tras unos años en el dique seco retorna a la política activa como cabeza de lista para las próximas elecciones municipales por Compromís. Ingeniero agrónomo ve el ecosocialismo como el futuro de la política económica.  Para él la política es vocación por lo que sigue en activo dando clases de Física y Química en un instituto en Meliana. En clase no habla de política, sí fuera y sólo si se lo piden sus alumnos. Ya no milita en ningún partido y propone revisar conceptos como la disciplina de partidos.

-¿Del PCPV a EU y ahora a Compromís o lo que es lo mismo Els Verds, Iniciativa y Bloc, no es mucha sopa de letras políticas para un político?
-Sí y no. Es cierto que he participado en diferentes proyectos políticos, pero todos de un mismo corte ideológico. Compromís es una coalición, no una sopa de siglas, con dos tipos de pensares, uno valencianista y otro ecologista y verde, pero ambos de izquierdas. Para mi es mucho más que una coalición y además no te exige carnet de militante.
-¡Porque sigue afiliado al PCPV!
-¡Qué va! Ahora no estoy afiliado a ningún partido político. Me di de baja del Partido Comunista y de Esquerra Unida me echaron.
-¿Cómo los niños cuando no se ajuntan?
-Casi, casi. Me echaron por defender la candidatura de Isaura Navarro en la dirección federal de Izquierda Unida. Aquí no se aceptó y tras una cena apoyando su candidatura me echaron.
-¿Le llegaron a hacer moving político?
-No. Tampoco lo hubiera permitido. Me fui sin más. Sé que en otros partidos sí practican el moving. Creo que EU transita caminos muy antiguos y a mí me gusta el siglo XXI.
-O sea que piensa que la disciplina es un concepto trasnochado
-Sí y además estoy cansado de ese tipo de disciplinas internas. Fíjese, el CIS confirma que los partidos políticos atraviesan una crisis de credibilidad, gestión y confianza social. La regeneración implica un cambio de hip. La política ni es un negocio, ni un medio para arreglarles a tu familia y amigos el futuro. Es un servicio social.
-La conclusión del CIS es compartida por todos los partidos ¿por qué no se unen para encontrar una salida?
-No lo sé. Es verdad que todos lo reconocen porque aparece en las encuestas del CIS, pero sin embargo realizan  declaraciones que ofenden a la inteligencia solo por defender sus intereses partidistas. ¡Y no me pida nombres! Es como si pensaran que los ciudadanos son tontos. ¡Por favor!
-¿De qué depende que la política sea vocación o profesión?
-No debe ser profesión, porque en ese caso el político acaba siendo mercenario y trabajando para el mejor postor. Debe ser vocacional y estar apoyada en sólidas ideas porque si no vendría un lobby (lobo) y nos cambiaría la opinión con un cheque. En Valencia estamos rodeados de señores que han llevado chaquetas de poder de distinto tono político sin que pase nada. Trabajan en función del poder y del interés personal, no del servicio público.
-¿Y usted cuántos años lleva en política?
-Bastantes. Entré en el Partido Comunista a los 17 años. Llevo más de 30 años, pero no he estado siempre en primera línea, ni en el mismo partido político, pero sí he trabajado por las mismas ideas.  En mi caso empecé compaginando la política con mi puesto de profesor en un instituto. Fui 12 años diputado en las Cortes Valencianas. Volví a mis clases. Hace un año me llamaron y aquí estoy, entusiasmado.
-¿Las ideas evolucionan?
-Y los partidos políticos se extinguen como el Partido Comunista. Por el contrario está creciendo el ecosocialismo. No he cambiado mi fondo, pero evoluciono hacia unas ideas cada vez más ecologistas. Hace 40 años no había problemas como el cambio climático.
-¿Qué piensa cuando mira a compañeros de vocación que la han convertido en profesión?
-No entiendo como alguno no ha trabajado en su vida en otra cosa que no sea la política. Hay muchos tanto en PP como en el PSOE.  El drama es cuando pierden el trabajo y ves que hacen de todo para no perderlo. Incluso cambiar de ideología. Hay directores generales que estaban en tiempos del  PSOE y siguen. Y no son cargos técnicos. ¡Por favor!
-Conociendo tanto a Rita ¿cree que está preparado para ganarle, por lo menos al ajedrez?
-La conocí en el 1991 contando votos en unas elecciones…  y no sé… me da que si le puedo ganar, aunque no sé si al ajedrez. Desde luego yo juego muy bien, pero no se ella…De todos modos me apetecería competir con ella a ver quién de los dos propone acciones más atractivas para esta ciudad. La belleza es importante, y Valencia lo es, pero a costa de fallos estructurales. Esos que no se ven, son menos brillantes, pero huelen más.
-¿Le han dibujado ya con su bici. Por cierto, cuántos años lleva yendo al trabajo con ella?
-No. Casi 30 años. Mire, en esto sí que ganaría a Rita. Le echaría una carrera. Ahora, ella me ganaría seguro en el uso de coche oficial. ¡Fíjese! pese a que contamos con 30 kilómetros de carriles bici a veces siguiendo uno me doy de bruces contra una pared. Se han hecho sin planificación, ni estudio de movilidad.
-¿Quién le quita más el sueño el PP o el PSOE?
-Ninguno. No me obsesiona lo que hacen. Sí llegar a los ciudadanos para poderles contar nuestras propuestas. La crítica al PP, es una foto,  que me sirve para contrastar lo que hacen ellos respecto a lo que queremos nosotros, pero no me obsesiona. Y el PSOE sigue su marcha, no demasiado gloriosa, pero su marcha.
-¿No se aburren los políticos utilizando siempre el mismo tipo de discurso?
-Sí. Hay que cambiarlo. Tiene que ser más propositivo. Hay que proponer más que descalificar al otro. Ver debates así a la gente le cansa. Escuchar de repente a políticos decir: “¡lo hemos conseguido, hemos echado a Zapatero!”. Hombre, pues no será verdad. Pero si te quieres marcar un farol, pues allá tú.
-Y en esa línea, ¿usted piensa que sin Zapatero España irá mejor?
-Zapatero se presentó a unas elecciones con unos objetivos de izquierda, un buen día este señor empezó a hacer lo contrario de lo que decía. Así que no sé si España irá mejor, pero con otra persona quizá pueda ir menos mal. Este señor ha roto las esperanzas que en él se habían depositado. El lenguaje no se puede usar para engañar.
-¿Por qué a la izquierda le provoca sarpullido hablar con el poder económico?
-No lo sé. Me parece mal porque hay que hablar mucho con ellos para buscar salidas consensuadas en cualquier sector. Incluido el sector financiero, grandes responsables de la crisis y también generadores de empleo.
-Este titular: “El PP piensa apoyar a las cooperativas”, ¿no le suena de izquierdas?
-¡Ojalá, lo hagan!, si las apoyan nosotros también. Me parece imprescindible para el futuro.
-¿Sus alumnos de Física y Química le votan?
-Algunos no pueden porque no son de Valencia ciudad y otros porque no tienen 18 años. En clase no se habla de política, sí de aspectos como el medio ambiente que puede regular la política. Fuera de clase me piden opinión, aunque no todos. A esa edad se fraguan los criterios e ideologías.


-¿El poder ciega?
-Y el poder absoluto corrompe absolutamente. En España pondría una cláusula que impidiera estar en política más de ocho años. El poder genera vicios y perversiones. Es un cargo que lleva adscrito móvil, chofer, tarjetas…y un buen día tu hijo te reclama, “¡pero bueno, qué pasa, porque ya no tengo de esto!”
-¿Cómo químico  porque está tan cerca de la política ecológica?
-¡Mujer! soy ingeniero agrónomo y veo cómo se degradan las cosas. Mi trabajo permite desde fabricar un gas venenoso para las trincheras en la I Guerra Mundial hasta la aspirina. A medida que crecen los problemas me involucro más. Por ejemplo me contaban el otro día que gracias a que se quitó el plomo en la gasolina hace unos años los niños que nacen ahora tienen menos cantidad de plomo en el cordón umbilical y por tanto menos daños en su cerebro. Para mí los temas medioambientales son muy importantes porque son los que van a dirigir las políticas económicas del futuro.
 -¿San Martín espera a muchos?
-El pasado, pasado está. Si mantuviera rencores es que sería un pasado presente y no valdría la pena. En política hay que saber tomar distancias. Este momento es el mejor en mi vida. En Compromís estoy muy a gusto. El trabajo  con la gente es muy agradable, no hay  dogmatismos, ni principios fundamentales, ni complicaciones… Estoy muy contento.
-¿Ser cabeza de cartel es un premio?
-Para nada, me hacen currar como un enano. De premio nada. Ahora, como trabajo a gusto me canso menos.
-¿Su vida personal es también verde?
-Sí. Cuando tengo un rato libre mi mujer y yo cogemos las bicis y nos vamos al Saler, o a pasear por el rio. En otros, me voy a plantar tomates, judías superecológicas …en los cien metros cuadrados que me deja mi suegro y donde experimento. Soy muy familiar y tranquilo. También se me puede ver bajo un árbol con un libro y mi bici al lado.




lunes, 4 de abril de 2011

1.000 clientes detrás de la innovación

VALENCIA. Al mal tiempo, innovación. O por lo menos eso es lo que propone Pedro Vera, director desde 1976 del Instituto de Biomecánica (IBV), a sus más de 1.000 clientes. Esos que le han permitido incrementar su facturación un 5% en 2010. Vera cuenta con 260 trabajadores, una amplia red de agentes comerciales y cientos de colaboradores externos. Aboga por convertir los productos en servicios y regular más los mercados como herramientas para navegar por este fondo de crisis del que augura saldremos dentro de unos años, pero transformados. La biomecánica la descubrió en el taller de su abuelo donde construía proyectores de cine de todos los tamaños. De no haber sido ingeniero hubiera sido médico. Le encantan los libros, la ciencia ficción y las colecciones futuristas.

-¿De niño le gustaban los juegos de construcción?
-Sí. De hecho disfrutaba en el taller de óptica de mi abuelo y me pasaba las horas jugando con las herramientas. No jugaba a indios y vaqueros, sí a construir cosas.
-¿Como por ejemplo?
-Proyectores de cine. Durante una temporada estuve obsesionado construyéndolas con los materiales que encontraba en casa. Mis amigos me regalaban películas de distinto metraje y para verlas llegué a construir máquinas para cada film.
-¿Y ahora sigue tan obsesionado?
-No, ahora cuando se rompe algo en casa llamo al electricista o al fontanero. Pero me sigue relajando trabajar con las manos.
-¿Las inquietudes se heredan?
-Más bien se imitan. Veía a mi abuelo trabajar con las manos y hacía lo mismo.
-¿De ahí viene su pasión por la ingeniería mecánica?
-Sí, aunque dudé. Siempre me había atraído el mundo de la medicina, sin embargo me decanté por la ingeniería. Pero al acabar la carrera tuve la suerte de encontrar el eslabón perdido con la biomecánica.
-Ya que se pasea por el puente entre la medicina y la ingeniería, ¿cuánto de robot hay en un ser humano?
-De robot tenemos poco. A los ingenieros nos cuesta entender la complejidad del ser humano. Nuestra falta de visión unida a cierta prepotencia sobre el mundo tecnológico nos lleva a modelizar el cuerpo humano. Pero las respuestas tecnológicas que actualmente da la ingeniería a los problemas del cuerpo humano son muy elementales.
-¿La biónica da mejores respuestas?
-En algunos casos sí. Por ejemplo, hace unos años se pusieron de moda los trajes de baño de tiburón y el resultado fueron cientos de premios mundiales en natación. Simplemente era un tejido que imitaba el comportamiento de la piel del tiburón y ofrecía menor resistencia a la penetración del agua. Así, tratando de adivinar cómo funciona lo biológico podemos avanzar.
-¿Se inspira en las películas de ciencia ficción?
-Bueno... aunque algunas son excelentes, estoy convencido que la realidad supera la ficción.
-¿Más que en X-Men?
-Sí, aunque me gusta más Blade runner. Pero la realidad en biomecánica con implantes que simulan el comportamiento del tejido óseo, con biomateriales para prótesis e implantes que reproducen el comportamiento del tejido biológico no lo he visto todavía en el cine.
-¿Hay algo imposible?
-Sí. Por ejemplo, no parece probable que en los próximos cien años vayamos a resolver las desigualdades sociales que tenemos. Tampoco sabemos generar energía sin quemar las cosas, un proceso burdo en el que sólo generamos un 30% de energía y el resto lo perdemos en calor.
-Por cierto, ¿estar en el IBV es cómo vivir en una isla anticrisis?
-De momento sí y porque nos dedicamos a la innovación, algo que cada día requieren más las empresas.
-¿De diez años ahora ha cambiado el concepto de innovación?
-Sí, antes era innovador aquello que requería investigación científica y tecnológica, ahora nos referimos más a todo aquello en lo que se aplica conocimiento y que permite incrementar el valor de lo ofrecido o reducir el precio a los consumidores. La innovación, y más en la Comunidad Valenciana, tiene mucho que ver con el sector servicios.
-¿Innovando el futuro será más interesante?
-Depende de cada uno. Cualquier época y más ésta con tanto cambio ofrece más oportunidades. Sin embargo, no soy optimista porque Europa ha perdido su posición hegemónica y competitiva frente a países emergentes que se están dotando de muchas tecnologías y commodities. Así que lo que era un factor diferenciador ahora ya no lo es.
-¿Entonces, desde la innovación hay o no salida?
-Primero hay que definir esta crisis. Creo que tras la caída libre en 2007 y 2008, entramos en un fondo en el que estaremos varios años más. Estoy convencido que esto es una transformación de modelo y época. Para adaptarnos a esa nueva realidad habrá que entender la innovación y la economía desde una perspectiva distinta. Si no podemos competir con China en tecnología, porque son productores de commodities a buen precio, tenemos que cambiar nuestro concepto de economía local.
-¿Cómo?
-Por ejemplo, convirtiendo los productos en servicios que normalmente son más difíciles de deslocalizar.
-Cesped artifical para campos de golf, mejoras para la interacción personal entre personas y entornos... ¿cuánto se tarda en desarrollar estos proyectos?
-En unos podemos estar diez años y otras aplicaciones las tenemos desarrolladas en un par de meses.
-¿Qué es antes, la idea o el desarrollo?
-La necesidad. No obstante, son imprescindibles el conocimiento, la necesidad que lo justifica y el mercado.
-¿Hay que ser una gran empresa para poder acceder a estas innovaciones?
-Dependiendo del tipo de innovación. Algunas aplicaciones las puede asumir una pequeña empresa y otras se requieren mayor envergadura. De todos modos la innovación, entendida como generación de valor o reducción de los costes, es asumible por muchas empresas
-¿El IBV rompe con la leyenda del matrimonio mal avenido entre universidad y empresa?
-Lo que separa a la Universidad del mundo real es que aquella está estimulada bajo parámetros de excelencia científica. Entendida como la capacidad de publicar papers en revistas con impacto científico. Es un campo endogámico el que compone el mundo científico y que no tiene nada que ver con el mundo real. Si un PDI (Personal Docente Investigador) está premiado por su capacidad de publicar artículos y no tanto de trabajar en el campo de la investigación para servir a las empresas de su entorno habrá divorcio. Afortunadamente la Universidad es muy diversa.
-¿La política es innovadora?
-Debería y podría ser innovadora. Por ejemplo, conceptos como la democracia participativa podrían ser una realidad de la mano de las TIC facilitando una mayor participación social y no solo cada cuatro años. Se podría innovar en tiempo real valorando las necesidades y aplicando soluciones que las mejoren y todo on line.
-¿Existen muchos Leonardos en el siglo XXI?
-Estamos acabando la etapa contraria. Primero se valoró a los generalistas y se pasó a una etapa en la que se primó la superescialización. Esto está acabando y empezamos el tiempo de los "Leonardos", pero todavía no hay muchos.
-¿Qué le saca de sus casillas?
-La irracionalidad y el mal gusto. Una de las grandes ventajas del ser humano es el sentido común y cuando no lo veo me siento indeleble.
-¿Qué hace un directivo para mantenerse tantos años en el mismo puesto?
-Mantener la ilusión.