lunes, 23 de mayo de 2011

En Valencia no hemos aprendido de los errores de ciudades, como Sevilla con la Isla de la Cartuja

VALENCIA. Estudió ingeniería, arquitectura, historia, se hizo catedrático de Proyectos en la ESET -Arquitectura- de la Universidad Cardenal Herrera-CEU, miembro del Royal Institute of British Architects, se especializó en paisajismo y planificación urbana... y todo porque quería saber más. Javier Domínguez (Valencia, 1957) aboga por suprimir normativas, aplicar sentido común e instaurar inteligencia política. "El próximo presidente debería eliminar cinco por cada ley que apruebe ". Padre de tres hijos con los que viaja enseñándoles la arquitectura del mundo. Se entretiene construyendo maquetas, pintando y corriendo por el rio.

-¿La crisis ha puesto al urbanismo valenciano en jaque?
-Totalmente. Como la mayoría de los arquitectos, me considero crítico con muchas de las soluciones aportadas a los problemas estructurales de esta ciudad.
-¿Hasta el punto de demoler edificios?
-No. Siempre hay soluciones. Más del 80% de lo construido en Valencia se desarrolló en el siglo XX aunque, desgraciadamente, muchas obras son de mala calidad. Sin embargo transformar, barrios, espacios públicos y cambiar fachadas, siempre es mejor salida que derribar edificios.
-¿Valencia ha aprendido de los errores de otras ciudades españolas?
-En algunos casos no. Este es el siglo de las ciudades y las que han contado con arquitectos visionarios como Barcelona están mejor preparadas. En el caso de Valencia los operadores de suelo han sido los constructores de la ciudad y la dejación es evidente. Ni contamos con el desarrollo de un proyecto ambicioso, ni hemos tenido en cuenta los errores de otras ciudades. Entiendo que los valencianos estén contentos con la copa América y los grandes eventos, pero el resultado no es útil. Hemos repetido el error de Sevilla con la isla de la Cartuja. Eso sí, contamos con un metro estupendo. Pero, claro, ¡cómo no iba a ser así!, si es una infraestructura que lleva desarrollándose cien años.
-¿El Cabañal es un problema?
-Y Jesuitas. Ahora es un éxito firmar una permuta para que el hotel acabe ubicándose en la avenida Aragón. Lo que nos olvidamos es que hace veinte años un empresario quería hacer un hotel de cinco estrellas en un edificio emblemático y convertirlo en buque insignia que identificara la ciudad. Firma un convenio con un alcalde que no sirve para nada. Acaba en los tribunales, que al final le dan la razón. Y ahora el Ayuntamiento y los valencianos tendremos que pagar una indemnización. ¡Un éxito, tener 20 años una inversión paralizada y además pagar por ella!
-Pero volviendo al Cabañal, ¿cuál es su diagnóstico?
-La batalla política pone de manifiesto la incapacidad de los políticos españoles para negociar. Aun viendo que el país va a la deriva son incapaces de ponerse de acuerdo en lo más elemental. Cuando todas las economías y empresas se han adaptado a esta crisis ellos se enzarzan en un clima de confrontación evidenciando que la realidad les importa poco. Es absurdo que un proyecto urbanístico, con fuertes inversiones económicas en el Cabañal, no se pueda consensuar. Para más estupidez nos gastamos dinero en pleitos para ver quién tiene razón.
-¿La culpa es de los funcionarios?
-Hay cosas que no dependen ni de Zapatero, ni de Sarkozy ni de Obama y esta es la lentitud administrativa. Mientras sigamos viendo normal que para abrir un negocio una persona tenga que pasarse un año ante una ventanilla no podremos quejarnos de que se paralicen inversiones, servicios y puestos de trabajo.
-¿Cree que la corrupción es ya algo normal?
-Esta crisis debería servir para replantear errores, muchos de los cuales son evidentes. Le guste a la gente o no, hacen falta estrategias territoriales nacionales y acabar con los localismos. Solo un país próximo a la corrupción quiere negociar el urbanismo directamente con sus alcaldes. España tiene más municipios que Francia. No puede ser que cada municipio negocie su sol, playa, montaña y PAI a su antojo. Aquí la Administración rememora los señoríos feudales, pero pagando mucho más que un diezmo.
-¿Cuál es la cuadratura del círculo en materia normativa?
-Que hemos hecho dificilísimo lo sencillo. En Europa al acabar la guerra empezó la normalización normativa de forma masiva y por razones, evidentemente, económicas. Un ejemplo, el incendio de Santander de 1941, no se pudo sofocar porque al llegar los bomberos desde Burgos y poblaciones adyacentes las bocas de las mangueras que traían no encajaban. Eso sí, cada uno pensó que su "boca" era la apropiada. Europa reunificó y España multiplicó su legislación y estructura administrativa.
-Y casi un siglo después...
-A cualquier inversor le frena la maraña de normativas absurdas. Hacer un hotel en la Comunidad Valenciana tiene una normativa de aplicación distinta a las otras 16 comunidades autónomas y a Europa. Para la mayoría de gente que vivimos en el mundo real con que legisle Europa es suficiente. Además ¿qué ganamos legislando en materias que no tenemos ni idea, ni expertos suficientes?
-Como docente ¿cree que los jóvenes están mejor preparados?
-Desgraciadamente hace falta mucha pedagogía política para convencer a los ciudadanos que hay cambios que son necesarios. Por ejemplo, ¿por qué no se pueden subir las tasas universitarias? ¿Qué hacemos cuándo un estudiante repite tres veces el mismo curso? ¿Le seguimos pagando los estudios? No podemos tener más universitarios por cada 1.000 habitantes que Alemania o Francia.
-¿Tener muchas universidades no es sinónimo de mayor preparación?
-O no. No estoy a favor del slogan "café para todos". Habría que racionalizar las ayudas. Dar más a quien investigue más y de más calidad.
-¿La solución es emigrar?
-Cuando éramos jóvenes mirábamos Europa buscando libertad, ahora por la estabilidad económica que da. De todos modos hay salidas estructurales, pero como hicieron las cortes franquistas a lo mejor hay que hacerse el harakiri. Hay miedo a cambiar la Constitución, ¿por qué? ¿qué hay de malo en disolver las Diputaciones? Las patronales y sindicatos reciben cantidades astronómicas para mantenerse y se ve normal, cuando lo normal es que cada empresario viva de lo que gana.
-Vamos a relajarnos. A usted ¿cuándo le nació su afición por las casitas?
-Dicen que los acuarios somos enamoradizos y por eso nos gustan muchas cosas. Estudié ingeniería, historia, arquitectura... me gusta aprender. Cuando me surgen preguntas amplío mis conocimientos, aunque nunca llego a profundizar como quien se enfoca solo en un tema.
-¿Del dibujo técnico al artístico hay mucho?
-Su trecho. Me gustan las manualidades y he pintado algo, pero sobre todo tengo una gran colección de maquetas hechas por mi.
-¿A qué aficiones no renuncia?
-A leer y viajar. Antes viajábamos con un cuaderno de dibujo, ahora con una cámara digital. Viajar desarrolla la capacidad de observación de los arquitectos. Vemos lo que está bien, lo que no y cómo mejorarlo.
-¿Ve a los futuros arquitectos motivados en estos tiempos?
-Sí. La vida universitaria en el Politécnico es muy participativa, exponen ideas, las discuten... se requiere equipo para sacar adelante proyectos. Esta es una profesión donde las discusiones se dirimen dibujando.
-¿Sus hijos siguen sus pasos?
-No, pero todos saben dibujar porque es el medio de expresión que mejora las habilidades espaciales y mitiga los miedos a expresarse. También hemos viajado mucho juntos y me he preocupado en trazar itinerarios que les ha permitido conocer la Europa clásica, Italia, Grecia... conocer las civilizaciones milenarias, Egipto, China...
-¡Vaya padrazo! ¿Y el próximo viaje?
-Croacia. Recorreremos la nueva arquitectura emblemática representada por más de 50 edificios... pero no olvidamos la gastronomía y el disfrute. No todo es arquitectura.

lunes, 9 de mayo de 2011

Más que discursos los ciudadanos necesitan buenos gestores

Estudió Derecho, viajó por todo el mundo cantando “clavelitos”, dio mítines en plazas, pueblos y salas de cine con Gonzalez Lizondo, desde hace muchos años milita en el PP, actualmente es concejal de Circulación y Transporte y por segunda convocatoria es el portavoz de la campaña electoral del PP en la ciudad de Valencia. Alfonso Novo (Valencia, 1959) prefiere la vida social al facebook, pero sabe que las próximas elecciones se dirimen más en la red que en la calle. Considera la transparencia política la condición sine qua non en una democracia y prefiere la gestión a los discursos políticos. Juega al paddel, corre por el rio y se convierte en manager de su hijo los fines de semana que le dejan libre sus obligaciones políticas. 
-Con la que está cayendo en la EMT como para subirse a un autobús ¿no, Sr. Novo?
-Ups. Vaya, que preguntita. Si que empezamos bien. Mire, al contrario, el servicio de autobuses está rodando bien pese a la que está cayendo. No han conseguido el impacto que perseguían. Estos paros que se anuncian para mejorar el servicio, al final lo único que consiguen es perjudicar a los contribuyentes en determinadas franjas horarias. 
-Por cierto ¿es asiduo a los bonobús?
-Sí, pero no sé cuántos utilizo en un año. También es cierto que durante años hemos tenido que llevar escolta y funcionado con coche oficial. Ahora, al depender de mí la concejalía de transporte me impuse utilizarlos para comprobar su eficacia.
-¿Así que se le puede ver de incógnito subiendo a cualquier línea?
-Sí, pero sin gafas, ni barba. Hay conductores que me conocen y otros no. Son 1.500 conductores.
-He leído que ganan 2.300 euros brutos al mes y 15 pagas, ¿dónde se tiene que inscribir uno?
-Hay que pasar unas pruebas cuando se convoquen plazas. El sueldo está fijado por convenio desde 1986 incrementándose cada año por el IPC. Es una buena cantidad y más estimando que a todos los funcionarios se les ha bajado el sueldo un 5%, por lo que la cantidad que perciben creo que es suficiente para poder aguantar un año más con el salario congelado.
-¿Esperemos que los conductores no se conviertan en controladores?
-Esperemos que la sensatez reine porque las condiciones de trabajo son buenas y disponen de un convenio que les ofrece muchas ventajas. Lo que importa es el servicio al ciudadano. El Ayuntamiento invierte cada año más de 60 millones de euros para afrontar las necesidades del transporte público.
-¿Con la avalancha de bicicletas en la ciudad ha subido puntos en el partido?
-(Risas) Dependen de esta delegación, pero fue una idea defendida y apoyada al cien por cien por la alcaldesa. La empresa concesionaria afirma que de todas las ciudades donde gestionan este servicio es en Valencia donde se ha producido un incremento espectacular. Casi 70.000 abonados en poco menos de varios años, 300 estaciones de servicio y no ha hecho sombra a las bicicletas privadas.
-¿Cuál es su itinerario preferido?
-La uso para ir desde el edificio de Tabacalera hasta la plaza del Ayuntamiento.
-Como la canción de Amaral, ¿ha llegado al punto de “sin la política no soy nada”?
-Eso era “sin ti no soy nada” y lo cantaba Rubalcaba. (Risas). No. En absoluto. Estoy seguro que nunca llegaré a pensar que sin la política no soy nada. Siempre he sabido que en política se está de paso y quien piense que es para siempre se equivoca. Se trabaja para prestar un servicio público a los ciudadanos y tiene un tiempo marcado. No sé dónde estaré en un futuro.
 -Ser portavoz del partido en las próximas elecciones, ¿supone volver a sus inicios “mitineros”?
-No es lo mismo, pero la verdad es que disfruto y me dejo la piel. Si no fuera así no me lo hubieran pedido.
-¿Qué pasa cuando una vocación se convierte en profesión?
-Que te puedes llevar un gran chasco.
-Pero en su caso su vocación es su profesión.
-Sí, ha ocurrido de este modo, pero recurro constantemente a mi vocación como abogado estudiando las continuas modificaciones que se van produciendo en el sector del transporte urbano. De todos modos es cierto que estar en primera línea política es incompatible con tener un despacho privado abierto al público. Ni es posible, ni se entendería. Hay que elegir.
-Por cierto ¿cuánto de tuno sigue quedando en usted?
-Uff. He viajado mucho por todo el mundo. Éramos un grupo de la facultad de Derecho, que además nos llevábamos muy bien, y no paramos de viajar durante años por Europa, Asia, EE.UU…
-¿Cantando clavelitos en inglés?
-Nada de eso. Eso no tendría gracia, siempre en castellano. No sé cómo funcionan ahora las tunas, pero entonces, quizá por el entorno, todo concentrado en Blasco Ibañez, era fácil y divertido.
-¿Sigue cantando?
-No tanto, ni tan bien como antes, pero en alguna ocasión hemos dado alguna serenata.
-¿A la alcaldesa?
-(Se ruboriza) En su cumpleaños, pero sin el traje de tuno.
-¿Qué prefiere el trabajo en la concejalía o el activismo político?
-Ambos. Me gusta la gestión. Es gratificante aunque suponga un sacrificio. Tienes un contacto directo con el problema y si encauzas bien la solución obtienes el resultado inmediatamente.
-¿Cree que el discurso político es un arte?
-Estoy convencido.
-Sin embargo ¿no parecen hoy más flojos que los de ayer?
-No sé. Antes era más fácil construir buenos discursos. Las necesidades de las ciudades, las perspectivas de futuro y los objetivos tecnológicos, entre otras cuestiones, han mejorado mucho respecto hace 15 años. Esto complica la difusión y contundencia del mensaje. Creo que más que discursos los ciudadanos necesitan buenos gestores que consigan en menos tiempo y con menos gasto las mejores soluciones y sobre todo que sean responsables.

-¿Los políticos se aburren cuando escuchan los discursos de otros políticos?
-Sí. Hay algunos casos que son un tostón. Pero esto pasa también en cualquier multitudinario consejo de administración.
-¿Nunca le ha tentado la política autonómica?
-No. Prefiero al Ayuntamiento y la gestión municipal. Con Rita sinceramente estoy muy a gusto.
-¿Dónde cree que pesa más la vanidad en un político o en un empresario?
-Depende. Hay políticos y empresarios muy vanidosos. Es una característica asociada a la persona.
-¿Hasta qué punto en política uno es “un mandao”?
-Hasta cierto punto. Hay caminos marcados con una estrategia definida de la que no te puedes desmarcar. Si vas por libre surgen enfrentamientos. En política y en cualquier equipo de empresa los responsables y trabajadores de esos proyectos, visto así, son “unos mandaos”, es más, “y a mucha honra”. Ir por libre te puede conducir al fracaso del proyecto.
-¿Qué hobby prefiere la red o la vida social?
-La vida social. Estoy en facebook, pero no soy muy activo, prefiero el contacto con la gente.
-Los ciudadanos piden cada día más transparencia en la gestión política, ¿por qué será?
-Porque es necesario que lo exijan y además hasta las últimas consecuencias, yo también la pido. La transparencia es uno de los requisitos de cualquier político, empresa pública o administración que maneje dinero público. Es vital para funcionar en democracia.
-Por cierto, se acuerda de sus primeros mítines con González Lizondo, ¿eran como ahora?
-No, porque la plaza de toros ya no es ni la misma. La sociedad ha evolucionado y no tienen sentido mítines como  los de antes por los barrios, salones de cine y casas de cultura. Ahora los mensajes se envían por facebook. Y de vez en cuando se celebran  actos multitudinarios para generar calor humano. La situación económica tampoco es la más conveniente para tantos actos y boato.
-¿Es muy urbanita en su tiempo libre?
-Sí. Vivo en el marítimo y conservo a los amigos de toda la vida. Y en mi tiempo libre últimamente soy el manager de mi hijo que juega al fútbol, y no lo hace mal. Lo que pasa que no puedo darle muchos. Ya se sabe que los consejos si vienen del entrenador son mejores que los del padre. También me encanta comprar en las tiendas de mi barrio los fines de semana.
-Por cierto ¿usted también percibe que ahora para ganar lo mismo hay que trabajar más?
-Totalmente. Pero en nuestro caso ganamos menos. Tenemos una reducción de sueldo del 15% y congelado el sueldo dos años. Pero no es una percepción es una realidad.
http://www.valenciaplaza.com/ver/25248/.html